La Navidad se acerca y muchas familias se juntan alrededor de la mesa para disfrutar de una agradable reunión rodeados de comida. Pero, esta imagen idílica resulta ser todo lo contrario para algunas personas, pues las fiestas navideñas también pueden ser el detonante de algún que otro conflicto familiar. Juntarse con parientes con los que no hay buena relación, la ausencia de personas que ya no están u organizar la Navidad con la expareja para estar con los hijos, son algunas situaciones que pueden generar tensión y ansiedad difíciles de gestionar. Por lo tanto, si quieres saber cómo identificar los diferentes tipos de conflictos familiares y cómo resolverlos, sigue leyendo porque te lo explicamos.
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Índice de contenidos
¿Qué es un conflicto familiar?
En la familia, con la pareja, entre los amigos y en la sociedad en general es inevitable que surjan conflictos, pues todos tenemos diferentes edades, pensamientos y formas de ver la vida.
En este caso, hay que comprender que la familia está integrada por personas unidas a través de relaciones filiales (padres, hijos, hermanos y/o pareja), formando una especie de sistema abierto en el que sus miembros están estrechamente relacionados. Y debido a esta relación tan estrecha e íntima, cualquier conducta puede afectar a la dinámica familiar, surgiendo así las disputas.
Los conflictos familiares son eventos naturales, pues derivan de la convivencia entre los miembros de una unidad familiar. Como consecuencia, generan inestabilidad, frustración y preocupación, además de poder resurgir problemas del pasado que no fueron solucionados.
En general, un conflicto nunca debe evitarse, pues la agresividad puede escalar a niveles preocupantes. Lo mejor es afrontarlo de forma inteligente, calmada, asertiva y con la cooperación de todos los miembros. Y es que, las disputas son una buena oportunidad para progresar y aprender de ellas.
¿Cuáles son los tipos de conflictos familiares?
Si bien es cierto que los conflictos familiares pueden clasificarse de diferentes maneras, nosotros lo haremos en base al tipo de relación y del foco o causa del problema.
Según el tipo de relación
Los conflictos en la familia surgen dependiendo del tipo de relación o parentesco entre los miembros. Así pues, veamos cuáles son:
- Conflictos de pareja. Suelen surgir por problemas de comunicación, por la sensación de pérdida de la propia libertad, por tratar de cambiar a la otra persona o por la falta de habilidades para resolver los problemas que surjan.
- Conflictos entre padres e hijos. Se generan durante la infancia, con hijos adultos y, sobre todo, durante la adolescencia.
- Conflictos entre hermanos. Son los más habituales y suelen perdurar en el tiempo.
- Conflictos con los abuelos. Durante la vejez se producen cambios biológicos, pues se deteriora el cuerpo y la mente. Además, se deben afrontar nuevas situaciones como la jubilación o la pérdida de amistades o seres queridos. Estos cambios afectan a la persona y, por ende, repercuten en las relaciones familiares.
Según la fuente del problema
En este caso, el foco del problema puede ser más de uno y darse al mismo tiempo. Veamos qué crisis suelen surgir:
- Crisis del ciclo vital. Crecer implica nuevas responsabilidades, nuevos roles o dar pasos importantes, como casarse o jubilarse.
- Crisis externas. Surgen a consecuencia de un evento externo y la crisis implica buscar a los culpables.
- Crisis estructurales. Implican la reaparición de conflictos pasados.
- Crisis de atención. Surgen en núcleos familiares en los que hay una persona dependiente y su cuidador/a se siente limitado a la hora de hacer sus actividades habituales.
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Consejos para resolver los conflictos familiares
Cada familia es un mundo y la situación que genere una disputa puede ser una u otra. Hay personas que se sienten solas porque no tienen o no pueden reunirse con la familia, otras en las que el padre y la madre están divorciados, etc. Todo ello genera una serie de emociones y ansiedad que pueden desbordar a uno. Por ello, aquí facilitamos algunos consejos para afrontar la situación con una perspectiva más clara y esperanzadora.
Entender que ninguna familia es perfecta
Hemos empezado diciendo que ni la Navidad ni las reuniones familiares que implican estas fiestas son tan idílicas como las pintan. Y es que hay que aceptar que ninguna familia es perfecta, pues es totalmente normal que haya roces o conflictos. Ahora bien, identificar aquello que provoca los desencuentros familiares servirá para prevenir las situaciones que los generan.
Practicar la escucha empática
La escucha empática implica escuchar plenamente a la otra persona para ponerse en su lugar, comprendiendo así los sentimientos o emociones a través de sus palabras y gestos.
Controlar las formas a la hora de hablar
Muchas veces hablamos de malas maneras antes de pensar, lo que incentiva la agresividad. Es muy importante utilizar el lenguaje y las expresiones con cuidado, reemplazando los reproches por sincerarse de buenas maneras.
Marcar los límites
Saber decir que no, así como marcar los límites, sirve para hacer saber a la otra persona aquello que nos genera malestar o nos ofende. Ahora bien, esto no quita que expresar cómo nos sentimos ayude a entender y tomar conciencia de aquello que está provocando la disputa.
Encontrar el mejor momento y lugar
Finalmente, las reuniones familiares no son el mejor momento ni lugar para tener una discusión. Lo mejor es dejar la conversación para otro momento y hablarlo en privado.