La terapia electroconvulsiva para depresión (TEC) es un tratamiento médico que se utiliza en casos donde otros abordajes no han tenido éxito. Aunque suele generar dudas e incluso cierta controversia, hoy en día se aplica bajo estrictos protocolos médicos y puede representar una alternativa efectiva para personas con depresión grave o resistente a fármacos.
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¿Cómo funciona la TEC para la depresión?
La terapia electroconvulsiva consiste en aplicar una corriente eléctrica controlada en el cerebro del paciente mientras está bajo anestesia general y relajantes musculares. Esto provoca una breve convulsión de unos segundos que, aunque pueda sonar intensa, se realiza en un entorno seguro y supervisado por un equipo médico especializado. El procedimiento dura solo unos minutos y generalmente se lleva a cabo en varias sesiones programadas a lo largo de semanas.
El objetivo de esta terapia es producir cambios en la química cerebral que alivien los síntomas de la depresión. Se cree que la TEC influye en neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina, responsables de regular el estado de ánimo. Además, favorece la plasticidad cerebral, lo que facilita que el cerebro responda de forma más positiva a otros tratamientos posteriores, como la psicoterapia o la medicación.
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¿Es efectiva la terapia electroconvulsiva para la depresión?
Los estudios científicos han demostrado que la terapia electroconvulsiva puede ser muy eficaz, especialmente en pacientes con depresión mayor resistente a fármacos, con síntomas psicóticos o con riesgo grave de suicidio. En muchos casos, las personas tratadas con TEC experimentan una mejoría significativa en pocas semanas, algo que no siempre se logra con los antidepresivos tradicionales.
Sin embargo, no es un tratamiento para todos. Puede tener efectos secundarios como pérdida de memoria temporal, dolores de cabeza o desorientación después de las sesiones. Por eso, la decisión de aplicar TEC debe tomarse de forma individualizada y siempre bajo valoración médica. Lo importante es que la terapia no se vea como un recurso “extremo”, sino como una opción terapéutica más dentro de un plan integral para la salud mental.
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¿Qué terapia es mejor para la depresión?
No existe una única terapia que sea “la mejor” para todas las personas con depresión, ya que cada caso es distinto y depende de factores como la gravedad de los síntomas, la respuesta previa a tratamientos o el estado de salud general. Lo recomendable es que el abordaje sea personalizado y multimodal, combinando distintas opciones que se refuercen entre sí. Algunas de las más utilizadas son:
- Psicoterapia cognitivo-conductual (TCC). Ayuda a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos y conductas que alimentan la depresión. Es una de las terapias más estudiadas y efectivas, con resultados duraderos.
- Tratamiento farmacológico. Los antidepresivos regulan los niveles de neurotransmisores en el cerebro y pueden ser necesarios en casos moderados o graves. Su combinación con psicoterapia suele ofrecer mejores resultados.
- Terapias alternativas y complementarias. Técnicas como la meditación, el mindfulness, el ejercicio físico regular o la terapia ocupacional contribuyen a mejorar el bienestar emocional y reducir síntomas.
- Terapia interpersonal (TIP). Se centra en mejorar las relaciones personales y la comunicación, ayudando a resolver conflictos que pueden estar influyendo en la depresión. Es muy útil para quienes atraviesan cambios vitales o dificultades en su entorno social.
Cada persona responde de manera diferente, por lo que más recomendable es contar con el acompañamiento de un profesional de la salud mental que diseñe el plan de tratamiento más adecuado.
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